El lugar que soy yo. No sabía cuál
sería la expresión más correcta. Tal vez un resabio de la
hiper-exigencia que quería ir dejando atrás, para aceptarse tal
como era. Tal como soy. Tal como soy. Yo soy así. Esto lo escribía
con referencia a lo experimentado en dos encuentros de Terapia
Comunitaria Integrativa: un curso de formación en Cuiabá, Mato
Grosso, Brasil, y el otro, una intervisión en Paraná, Entre Ríos,
Argentina.
Un lugar adentro mío, pensó. Sintió.
Vio. Un lugar adentro mío. Ambos momentos de una participación
intensa y tranquila, fluyente. Un verse en las historias de la gente.
Un reconocerse humano. Saberse de pronto humano. Quién sabe nada más
ni nada menos que eso. Humano, simplemente humano. Y ahora en
Mendoza, esta tarde en Mendoza, dejar que algunas palabras vengan a
la hoja. Como tantas otras veces, sabiendo que es una tarea precaria,
aproximada. Lo total de la vivencia irá viniendo de a poco, como un
alimento guardado en lugar apropiado.
Hay más lugar, se dio cuenta. Veía
hacia adentro y veía que ahora hay más lugar. Cuando soy yo mismo,
cuando sé que soy humano, un humano así como este que ahora escribe
estas cosas, hay más lugar. Un espacio más grande se libera
adentro, donde ahora veo blanco y negro: dos baldosas o dos ladrillos
empalmados, ajustados. Formando la base de un piso que se extiende en
todas las direcciones. Ahí me apoyo. En esto veo la grandeza de la
Terapia Comunitaria Integrativa. Uno se recupera como gente. Uno se
va teniendo de vuelta como persona. Esto no tiene precio.
Nenhum comentário:
Postar um comentário