terça-feira, 10 de novembro de 2015

João Pessoa, tercer día

Acabo de volver de una breve caminata por la beira-mar. Parece que nunca me hubiera ausentado. Uno no se ausenta de lo que quiere, de lo que ama. El amor es presencia. Una persona amada está con uno todo el tiempo, no importa donde pueda estar fisicamente. Esto me pasó ahora mismo, a respecto de mi madre. Sentí ella en mí, su sabiduría, esa su manera tan propia de hacerte saber lo necesario, sin discursos ni pretensiones proselitistas. Compartía lo que sabía, lo dejó también en libros. Yo estaba dudando sobre qué debería hacer, o qué es lo que querría hacer. Entonces recordé que ella siempre decía: Dios es la necesidad. No tuve dudas. Me fui a caminar. Me dí cuenta de que mi madre está presente en mí más allá de lo racional. Dí una vueltita. El veredón en reformas. La gente yendo y viniendo. ¡Tanta diversidad humana! Todo ese paisaje nocturno. Las luces de las barracas. La gente sentada en la murallita. Más allá, el mar oscuro.  ¡Cómo uno se hace uno con una ciudad, con un paisaje! Allá o acá, todo es uno y uno es todo. 

Nenhum comentário:

Postar um comentário