segunda-feira, 9 de novembro de 2015

Literariamente

Hay veces que uno se levanta y el día se presenta un poco, digamos, desconfigurado. Desdibujado. No te das cuenta muy bien cuál es tu lugar. Te dejas llevar, y de a poco, todo va siendo como debe ser. Hoy fué así, o más o menos así. Cuando llegó la claridad del día y finalmente me decidí a levantarme, pasé un tiempo como que no sabiendo bien qué hacer. Dónde ponerme. Esta es uma sensación antigua. Tuve que ir a la verdulería a comprar lechuga, mamón, inhame, rúcula, y naranjas. Después pasé por la panadería y compré pan, queso y jamón. En este ir y venir, este ir haciendo lo necesario, fui como que llegando. Ocupando mi lugar. Más tarde la universidad. Trámites. Telefonemas con las amigas y amigos de Kairós-Nos Também Somos Igreja. La alegría de escucharlas y escucharlos. Saber que ya falta poco para encontrarnos. Disfrutar del encuentro, aún que fugaz, con colegas de salud mental comunitaria. En algún momento, me pareció como que al final estaba por fin donde debería estar, del modo como debería estar. Había hablado por teléfono con mi padre, más temprano. Esto también me dio un sentido de ubicación. Las obligaciones nos ubican. Uno encuentra su lugar. Cuando tomaba el desayuno con mi esposa y compañera, recordamos Julio Cortázar. Su entrevista a la TVE. Vivir literariamente. Vivir lo que se escribe. Ser lo que uno escribe. Ser literariamente. Esto también me dio un sentido de ubicación. Leí de nuevo un artículo mío que fue publicado por La Quinta Pata, la revista digital de Mendoza dedicada a luchas sociales y derechos humanos. En fin, todo esto para decir que entre una cosa y otra, al final, ahora que ya es casi mediodía, me siento ya casi como estando donde debería estar, del modo como debería estar. Literariamente.

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