Cuando escucho el canto de los pájaros por la mañana, antes del amanecer, es hora de levantarme. No sé qué tiene ese sonido tan dulce viniendo por entre la oscuridad de la noche que termina, que no puedo resistir. Actualización. Es que ya es el tiempo. Tiempo para mí. Tiempo de cuidarme. Seguir adelante. Nuevas amigas y amigos. La vida se rehízo. Sigue recomponiéndose.
Hoy es 29 de diciembre de 2024. Perfectamente. ¡Han pasado ya muchos años desde el comienzo! Sin duda. La muerte ya no es más lo que se presenta por delante. Para nada. Finalmente pasaron los años y aquello que se había infiltrado quedó a un lado. Una sombra. La luz del sol, el cielo y las estrellas, la luna, vuelven a brillar como antes, como siempre. Vuelvo a ver claramente. El tiempo es este. La hora es ahora. ¿Hora de qué?
Disfrutar la vida, que más. Trabajé como loco durante toda mi vida para estar de nuevo aquí entero, y lo conseguí. Ahora me toca a mí. Yo sé que concesiones son inevitables, pero no en lo esencial. No sé si quiero ir a ver a quien no se hace un espacio para recibirme. Talvez no. Probablemente prefiera seguir recuperándome. Tengo dos años por delante para completar mi reconstrucción física. No pongo nada adelante de este compromiso conmigo.
Todos necesitamos de los demás. Padres necesitan de las hijas e hijos, también. No para usarlos o usarlas. Sino como presencias, compañías. No son mensajitos de zap que aproximan. Una llamada telefónica, por lo menos. No estoy mendigando. Miro al espejo y veo mi cara. Mis padres y mis abuelos, mis abuelas mis hermanos, mi familia. Anoche en cena familiar me di cuenta. El tiempo hizo por mí. Aprendí que soy amado.
Y mi lugar me lo dan las personas de afuera, también. No necesito andar disputando atenciones. La gente me ve y me trata como merezco. No necesito tanto esfuerzo para hacerme respetar y ser tratado bien. Esto sucede por sí mismo. Hay respeto por la tercera edad, vejez, mayor edad. Prioridad. Preferencia. Perfectamente. Cuido de mí como prioridad, y lo hago con cariño. Yo merezco.
Ahora ya de a poco la rutina del día. Ejercicios. Caminata. Lecturas. Escribir. A lo lejos el sonido del mar. O no sé qué otro ruido que todavía no aprendo a descifrar. Mantengo mi lugar en esta revista como un espacio vital. Ya los cantos de las aves se van intercalando. Toda mi vida está aquí, detalladamente. Se ha venido compactando y yo en ella y con ella. Me fui juntando y ya estoy entero. Talvez siempre lo haya estado. Pero ahora me es más evidente.
Consciencia es eso. Es saber de las cosas. No meramente información que se repite. Conocimiento que libera. Conocer da trabajo. Vivir da trabajo. Tiempo de cosecha. Ahora es tiempo de recoger. En enero va a hacer un año que estoy en este departamento con mi esposa. Decimos que es un hotel de lujo. Grand Beach. Un condominio urbano. ¡Qué bueno que es hacer lo que a uno le gusta!
Ya han estado aquí con nosotros nuestros hijos e hijas. No todos, no, no. Pero ya vendrán, o no, no sé. No se puede forzar a nadie a venir, ¿no cierto? Vienen si quieren. Pero hace un bien bárbaro sentirles aquí en casa. Han estado aquí en mi nueva casa mis más viejos amigos en Paraíba. Esto me honra y me alegra. Soy parte de una historia. Muchas historias. Ahora tiempo para mí. ¡Buen día!