¡Vienen a mi memoria tantas memorias! ¡Tantos recuerdos! Toda mi vida refluye hasta el presente. Me llama la atención de repente los detalles con que se presentan las cosas y los momentos, la gente. Es como si se hubiera retirado un velo que separaba a mí de todo lo que existe. Veo de nuevo. Vuelvo a reír, vuelvo a cantar. Vuelvo a disfrutar de la vida como cuando no había ninguna amenaza, ninguna acechanza de ningún tipo, como hoy. Todo está en paz, es tranquilo, seguro, confiable. Dejé de juzgar tanto, o dejé de juzgar del todo. Sobre todo, dejé de castigarme con culpas y sobrecarga de exigencias.
¡La vida es algo tan precioso, tan valioso! ¡De pronto es tan bueno estar aquí! Anoche estaba en la casa de mi cuñada celebrando Nochebuena en familia. No estaba juzgando ni anticipando nada. No tenía miedo. Me impresionó cómo hay tantos recuerdos, tanto camino recorrido, tantas historias uniéndome a esta persona tan querida. Y así con otras personas de la familia. De pronto estaba todo el mundo allí, conmigo. Llenando el espacio con una luz tenue que yo no veía sino sentía, como siento ahora. Es el afecto, es eso indefinible que sostiene y cose todo.
Esta mañana salí a caminar por la playa con mi esposa. No lo había planeado. No es necesario planificar todo. Puedo dejarme ir, como ahora. No había planeado este escrito, y aquí está. La vida va viniendo, va llegando, pasa y se va y vuelve. Veíamos los barcos, la gente. El mar allí. Las sombrillas. Los coqueros. El antiguo hotel Tambaú, hoy abandonado. ¡Tanta vida por todas partes! ¡Para qué hacerse mala sangre por los males del mundo! Mejor no aumentarlos con una cara triste. Centrarme en el bien mayor, que tengo y alcancé. Rezar y trabajar por lo que es realmente valioso. Y seguir adelante.
Nenhum comentário:
Postar um comentário