Como tantas otras veces, me pongo ahora a escribir. Como un intento
para volver a ese estado y a ese sentimiento literario y poético en el cual me
puedo reconciliar conmigo mismo y con la vida. Escapar de las presiones de la prensa
que se satisface en tratar de desintegrar aún más el sistema democrático y la
sociedad. Apartarme de la negatividad de las masas amorfas y fascistas del
domingo pasado, que invadieron las calles con su resentimiento y su odio. Cada palabra
que pongo, cada recuerdo que me viene de un libro leído, de un poema, de un escrito
en el que pude encontrar una rendija de luz, me van trayendo de vuelta al lugar
que me pertenece. Al lugar donde puedo ser y de hecho soy el que soy. Soy el
que es. Es necesario que la persona tenga un lugar donde pueda ser. El mío son
estas hojas, son las hojas que escribo y las que leo. Son las telas donde
pinto, donde dejo que los colores me acojan, me digan cosas. A veces por un motivo
o por otro, no puedo pintar o dibujar como quisiera. Sin embargo, aún así veo y
siento los cores. Celeste y azul. Blanco. Amarillo. Verde. Patria no es allá o
acá: es donde estás. O en ningún lugar, dijo Hermann Hesse. Cuando consigo
dejarme refluir a estos territorios crepusculares, empieza a volver mi fuerza.
Vuelvo a reconocerme. Otra vez me siento ser el ser que soy. Siento otra vez
que soy yo mismo. Soy el que es.
Foto: Edgar Allan Poe
Nenhum comentário:
Postar um comentário