Ahora veo la hoja en blanco. ¡La cantidad de cosas que podrían
llegar a escribirse en este espacio! Y sin embargo a esta hora, cuando el día
está apenas empezando a clarear y recién empiezan a sentirse los ruidos de la
ciudad que despierta, solamente me vienen a la mente algunas impresiones derivadas
del cuento de Julio Cortázar que estuve leyendo anoche, antes de dormir: “Ahí
pero dónde, cómo.” La sensación de haber estado en algún lugar con alguien.
Alguien preciso, una persona determinada. Yo hablando por telefono desde una cabina
que era el porche de una casa de la cual salía una familia con niños. Allí pero
dónde, como. Era la ciudad de São Paulo, y yo tenía que llegar a un cierto lugar,
cerca de Santo Amaro, donde viví durante muchos años. Anoche al leer el cuento
de Cortázar, me vinieron impresiones precisas de lugares que raramente evoco en
mi memoria, o que raramente vienen a la conciencia. Anoche también pensaba que
después de vivir mucho tiempo, uno al final ya debería tener una noción más
propia de lo que es todo esto. Es decir, ya no nos debería bastar la
descripción del mundo que nos fue siendo impuesta desde la niñez y a lo largo
de las demás etapas de la vida. Ý no me refiero solamente a las cosas más
aparentemente obvias y triviales, sino a todo lo que existe, a lo que es la
vida como tal, el mundo como tal, nosotros mismos, etc. Salir de lo que nos fue
impuesto, para llegar a lo propio.
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