sexta-feira, 24 de abril de 2015

Presencia

Muchas veces escribo no para decir algo en especial, o para compartir algo, sino solamente para sentirme aquí, para sentir mi presencia, saber que estoy en mi lugar, estar en mi lugar. Ocurre sin embargo que al empezar a habitar este espacio tan íntimo, y al mismo tiempo tan común, es como si estuviera en un lugar de todos, que, sin embargo, guarda su privacidad. Escribo hasta cuando no estoy escribiendo. Escribo y leo para estar en mí mismo, estar en este espacio único y al mismo tiempo común. Un campo abierto. Una montaña, un río, el mar. Ando por ahí como quien va recogiendo unos hilos de oro. Unas pepitas de oro. Unas joyas raras. Como hoy a la tarde en el rosedal. Un portal de glisinas. Las palmeras de la avenida de las palmeras. Y el lago. La gente caminando o en los prados. Saber entonces que hay un lugar y ese lugar es aquí, aquí y ahora. Un lugar de siempre y desde siempre. Una Mendoza que no cambió o cambió mucho, no sé. No sé cuánto habré cambiado yo. Tavez mucho, talvez poco, tal vez no haya cambiado nada y siga siendo el mismo que siempre fui. Saber que mis raíces están aquí y también allá, en João Pessoa, y en Paraná. Rosario y Posadas. Cuiabá y Brejo das Freiras. Tantos lugares. São Paulo y Brasilia. Brasil y Argentina. Un país. Lugares que he ido construyendo en tantas caminatas. Tantos sueños y algunas pesadillas. Hoy florece. Aún en la noche, serenamente, una paz se hace presente. Una compañía que estuvo a mi lado desde el comienzo de mi vida. Una luz que tiene nombre y que llamo Jesús. Hermano, amigo, familia. Raíces. Redes. Todo permanece. Todo cambia y todo sigue igual. Pero no igual, diferente, de otros modos, siempre. 

Nenhum comentário:

Postar um comentário